Empiezo con una verdad aplastante.
La persuasión debe ser sutil y, por desgracia, la mayoría de los emprendedores no saben crear textos persuasivos (de ningún tipo) para sus negocios.
Y mejor no hablamos del mundo del desarrollo personal, porque aquello está lleno de “quiero pero no puedo”.
Entre que no se sienten cómodos con el papel de comercial de sus propios productos o servicios, y que ahora está de moda eso de usar la inteligencia artificial para generar contenidos a diestro y siniestro, la cosa se está tornando fea.
No te voy a engañar.
Yo también utilizo Chat GPT de vez en cuando, pero no para que me haga todo el trabajo, sino para que me dé un punto de partida. Creo que todavía le falta rodaje, pero es genial para la fase inicial de búsqueda y estructuración de ideas.
Sobre esto hay opiniones de todos los colores, como en todo.
Hay gente que se posiciona en el extremo de defender que las inteligencias artificiales van a dejar en la calle a muchas familias.
Y hay gente que apuesta todo al negro y deja en manos de una máqina todo lo que tenga que ver con la comunicación de su negocio.
Ya sabes, el ser humano tiende a pensar en dualidades.
Bueno y malo.
Caro y barato.
Izquierda y derecha.
Noche y día.
Y, en el caso de las inteligencia artificial: problema y oportunidad.
Y es esa misma dualidad (problema y solución) la que diferencia a los emprendedores exitosos de los que se deshacen como un azucarillo cuando cambian las condiciones del mercado.
Adaptarse o morir.
Evolucionar o extinguirse.
El caso es que, para escribir esta página de ventas se me ocurrió basarme en un caso experimental en Chat GPT-4 (la última y más avanzada versión) para comprobar si su capacidad de persuasión le haría vender un peine a un calvo.
Y le pedí lo siguiente:
