A veces, para que algo cambie, tienes que cambiar tú primero.
Y con esa frase y una buena hostia con la mano abierta la pandemia nos dio nuestra ración de realidad.
¿Cómo puede ayudar una pandemia mundial a cambiarte la vida?
Fácil, sacándote de la zona de confort y enseñándote un nuevo paradigma: el teletrabajo.
Me mudé a Ibiza en el verano de 2014.
Lo tenía todo planeado.
Vivía una vida divertida a la par que tranquila.
Cómoda a la vez que alborotada.
Es lo bueno de Ibiza, 6 meses de juerga y 6 meses de paz.
El yin y el yang isleño.
Y, aún teniéndolo todo, siempre me venían a la cabeza pensamientos rebeldes que me llevaban a plantearme dar un giro a mi vida, pero al cabo de un ratito, desaparecían.
Y así, casi 6 años.
Un bucle sin fin.
De repente, de buenas a primeras, pandemia mundial.
Mentiría si dijera que al principio del todo, cuando nos encerraron en casa, no sentí alivio.
Para mí fue como un break en la vida con la que me estaba conformando.
Un break para darme cuenta de que lo que necesitaba era tiempo para pensar y escucharme a mí misma.
Comencé entonces a leer libros sobre reinvención laboral, sobre finanzas para cabezas locas como la mía y sobre cómo descubrir mi propósito.
El Ikigai, como dirían los japoneses.
Poquito a poco entendí que, si quería ser feliz con lo que estaba haciendo, tenía que ser para mí una motivación propia.
Primero comencé con el proyecto de Sexualidad Sostenible, y aun lo mantengo.
Es un perfil en Instagram donde hablo sobre temas de la actualidad sexual, datos curiosos y donde también doy mi opinión.
A partir de ese momento, todo cambió.
Ese fue el punto de inflexión.
Cuando comencé a utilizar el ordenador para algo más que ver series en Netflix, vi que tenía potencial para escribir y que, además, me gustaba.
Todas las fantasías que había tenido hasta entonces sobre dejar el trabajo y la vida de empleada, se hacían cada vez más reales.
Ya no quería volver a mi puesto de trabajo.
No me motivaba ni me llenaba estar allí.
Sabía que era el peor momento de la historia para rechazar un sueldo fijo, pero así pasó y así os lo estoy contando.
El 31 de agosto de 2020 comenzó mi nueva vida.
Me unía a la lista interminable de desempleo español para ir en busca de un nuevo horizonte.
Algo que me diese de comer sin sacrificar mi felicidad.
Soy totalmente sincera cuando digo que no tenía ni zorra idea de por dónde iba a tirar.
"Sé que me gusta escribir, sé que me divierte y que además aprendo mientras comparto, ¿pero cómo lo hago para poder vivir de ello?"
Pues, para que veas lo que es la vida, estando un día sin más haciendo scroll en Instagram, vi el anuncio de Javi Pastor:
"El mundo ha cambiado. Se puede vivir de escribir."
(O algo así, ahora no me acuerdo.)
Wow.
Fue un flechazo a primera vista.
Impactante.
Y me enganché.
Era justo lo que necesitaba oír.
O leer, en este caso.
Y como yo otra cosa no, pero impulsiva soy un rato, decidí hacerle caso a las señales y aquí me tenéis ahora.
Más feliz que una perdiz.
Hice el curso de copywriting en la escuela de Big Bang Conversion y, como dicen las influencers, "esto no es publicidad" , lo digo de corazón.
Es la mejor decisión que he tomado EVER.
Pues mira, sí.
Estaba muy quemada en el trabajo, pero muy feliz de vivir en una casa payesa preciosa en Ibiza.
La cosa es que, sin trabajo y teniendo que hacer frente a tantos gastos, la consecuencia fue tener que dejar el oasis donde vivía para volver al punto de origen: Ciudad Real.
Y, más concretamente, a casa de mis padres.
Que no es que esté mal, para nada, pero digamos que perder toda tu intimidad a los 32 años sumándole además una pandemia mundial, es algo cero recomendable, créeme, pero no quedaba otra.
Pero el que no apuesta, no gana.
Así que aposté todo a las letras y me sumergí en el universo del copywriting hasta las trancas.
A veces hay que abrazar las circunstancias y dejar que fluya.
Si lo piensas, podría haberte contado esto mismo así:
"Por culpa de la pandemia dejé mi trabajo en Ibiza y me volví a casa de mis padres para empezar desde cero."
Pero no habría sido lo mismo, ¿verdad?
No te habrías metido tanto en la historia-
Y, ahora que me conoces, también sabes que la primera parte del texto se corresponde mucho con mi manera de contar las cosas.
Hay muchas formas de contar tu historia, pero solo una para hacerlo de forma sincera.
En el siguiente post ahondaré más sobre qué es exactamente el copywriting y para qué sirve, pero mi por qué de dedicarme a ello es este: las emociones.
El copywriting es la herramienta que hace que las palabras cobren vida, que estén vivas y que transmitan sentimientos. Aunque estemos hablando de utensilios de cocina, por ejemplo.
Me encantaría leer tu experiencia con el copywriting, si la tienes, o si a ti también te empujó la pandemia a tomar otro camino.
Cuéntame en qué punto te encuentras.
Te leo aquí debajo.
Besos y achuchones.
Blanca.